De vulnerable a los demás...a influencia para los demás

 

“Dios desea que seamos mujeres realizadas, pero no lo lograremos en ninguna otra parte excepto dentro de su voluntad” (Elisabeth Elliot)


Cuando levanté las manos en señal de rendición y de verdad (pero de verdad) le dije al Señor: “Haz lo que tengas que hacer”, fue cuando el progreso empezó para mí. Comencé a experimentar libertad y paz, la sensación de estar por fin en el lugar correcto, o “la posición correcta”.

Me había quedado muy claro que no podía empeñarme en mi voluntad y al mismo tiempo esperar la voluntad de Dios para mi vida. Había estado por muchos años en ese lugar y no había avanzado a ningún lado.

No puedo negar que a veces cotinuaba sintiendo cierta medida de inquietud. Es que no tenemos idea de cuánto control buscamos ejercer hasta que decidimos soltarlo todo en manos de Dios. Nuestra “humanidad” no está acostumbrada a ceder sus derechos. En ese momento me ayudaba recordar que Dios nos dice: “Estén quietas y conozcan que yo soy Dios…” (Salmo 46;10)

Entonces ya me encontraba bien dispuesta a aceptar lo que viniera del Señor. Sabía que me amaba y que, si en sus planes y para sus propósitos Él decidía que debía continuar soltera, podría confiar en su criterio. Mi propia prudencia no me había ayudado hasta aquí, así que era tiempo de confiar sin reservas en su sabiduría. Proverbios 3: 5-7 se volvió mi lema:

“Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión, sino teme a Jehová y apártate del mal”

Sin embargo, al mismo tiempo se suscitaba otra cuestión. El tener que convivir con el comentario de las personas dentro y fuera de la iglesia. Sí, te confieso que eso me preocupaba.

No sé si te pasó, pero a veces las personas sin darse cuenta pueden ser un tanto abruptas en sus opiniones acerca de tu vida privada cuando eres soltera. Hacen preguntas muy directas o comentarios bastante personales como: “¿Y por qué no te has casado?”, “seguro eres muy exigente”, “debes salir más, exponerte más”, “deberías tener un hijo”, “es que quieres el hombre perfecto, el príncipe azul no existe”, “¿y por qué tan sola por la vida?”. Fueron algunas de las tantas cuestiones y sugerencias que escuché. Y a veces en conversaciones con personas que apenas conocía.

Temía enfrentar ese tipo de situaciones a lo largo de los siguientes meses o años.

No escribo esto con resentimiento, al contrario, entiendo que muchos de esos comentarios no fueron mal intencionados y aprendí que Dios, que hace que todo coopere para nuestro bien, por medio de esas experiencias sacó a la luz inseguridades, orgullo y temores que existían en mi interior. Mucho de lo que nos "molesta", el Seños usa para revelarnos algo de nuestro corazón que de otra forma no sabríamos que está allí.

El Señor estaba exponiendo la raíz de un problema: El temor al hombre. Es decir, a dejarme intimidar por las personas, o por lo que digan las personas.

Amiga y hermana, la tarea del Espíritu Santo es transformarte para que seas cada vez más como Cristo, es conducirte a toda verdad, enseñarte a mantener tus ojos en Él y su Palabra, a producir una disposición de seguirlo a cualquier costo, de hacer su voluntad y esperar por sus planes para tu vida; todo esto por encima del qué dirán, y por sobre tus propios temores.

Tal vez estés pensando: ¡eso es muy radical!

¿Segura?

Mira atentamente la Palabra de Dios y dime si acaso no es eso a lo que estamos llamadas. ¿No es a ser sacrificios vivos? (Romanos 12:1); ¿No es a perder nuestra vida? (Mateo 16:25) ¿No es a entregarlo todo a Aquel que lo entregó todo por nosotras? (Romanos 5:8)

¿Acaso no es esa la vida de fe que estamos llamadas a vivir?

Pero la historia no termina allí…

Tu entrega incondicional es olor fragante para Dios. Al perder tu vida por causa de Cristo, ¡en realidad encuentras tu vida!. ¿Acaso no dice que te dará juntamente con Él todas las cosas?¿Acaso no promete que su gracia y su favor te seguirán todos los días de tu vida?(Salmo 23:6)

¡Hay una vida de resurrección por vivir mis hermanas!

Cuando mueres a ti misma resucitas a la vida de Cristo en ti. ¡Resucitas los planes de Dios para ti! Resucitas a una vida de plenitud, seguridad, donde no hay necesidad que su gracia no alcance a cubrir!

Entonces, en esta fase de mi caminar como soltera había aprendido dos cosas:

- Cederle todos los derechos sobre mi vida, al Señor

- Entender que el temor al hombre no es compatible con una vida de fe

Y cuando me refiero a no temer al qué dirán, no estoy hablando de una actitud orgullosa o una fachada de seguridad fingida cuando en realidad te desmoronas por dentro. Me refiero a de verdad estar tan arraigada en su amor y confiar de tal forma en el Señor y sus plantes perfectos para tu vida (por encima de lo que opinen los demás), que esto te afirma, a tal punto que pasas de ser: “vulnerable a las personas” a ser “influencia para las personas”. Influencia para otras mujeres, para tu familia, para tu iglesia, para tus amigos. Tu vida deja perplejos a los que te rodean, porque dejas de estar apagada y pasas a exhalar seguridad y amor. 

"Temer a la gente es una trampa peligrosa, pero confiar en el Señor significa seguridad" (Proverbios 29:25)

 Es mucho más difícil que vaciles. Digo más difícil, porque por momentos puede atacar la duda y presentarse el desánimo. Pero créeme que ya no dura mucho. Basta con volver la mirada y recordar a Quién perteneces y las incontables promesas que rodean tu vida presente y futura…y se te pasa.

“Oré al Señor, y él me respondió; me libró de todos mis temores. Los que buscan su ayuda estarán radiantes de alegría; ninguna sombra de vergüenza les oscurecerá el rostro” (Salmo 34:4-5)


Cuanto más busques al Señor, más se afirma tu confianza en Él y el temor a las personas se desvanece. Lee tu Biblia y conoce sus promesas. Es el blindaje que necesitas. 

Si te identificas con algo de lo que escribí hoy, te animo a que estés atenta y le permitas al Espíritu Santo tratar con esa área de tu corazón. Para que puedas ser luz. Ser una mujer plantada en la Palabra, con una identidad firme en el Señor, con una fortaleza interior que te permite estar segura, feliz y tranquila, sin que te muevan de tu centro que es estar en Cristo, en su voluntad para tu vida, que Él te asegura, es buena, agradable y perfecta para ti. 


Sé luz para los que te rodean


Dios te bendiga





Comentarios

  1. Profundamente conmovida por tus palabras. Me siento muy identificada... Gracias por abrir tu corazón. Leí párrafos con lágrimas en los ojos. Dios te bendiga Ali!

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    1. Amén mi hermana. Gracias por compartir tu sentir. Dios te bendiga! y espero que siga hablando a tu corazón.

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