De mis deseos...a los sueños de Dios para mí
“El problema comienza cuando nos hacemos una idea fija de lo que nos dará felicidad y si no recibimos eso significa que Dios no nos ama” (Elisabeth Elliot)
El Señor espera que sueñes cosas excelentes.
Sus planes están perfectamente diseñados para ti porque Él te creó para esos planes.
Efesios 2:10 dice:
“porque somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotras tiempo atrás”
Ahora bien, así como con nuestro carácter, el Señor también se ocupa de perfeccionar nuestros deseos. Él nos va moldeando para que cada día, cada mes, cada año que pasa nos parezcamos un poquito más a Jesús. En esa transformación nos encontramos todas. Y este proceso incluye también nuestros anhelos de mujer.
“Tu deseo o sueño puede estar en armonía con la voluntad de Dios para ti, pero si tu motivación está mal o tus métodos son pecaminosos, Él va a trabajar para alinear tu corazón con sus propósitos” … “la verdad es que nuestras metas generalmente son muy pequeñas e insatisfactorias comparadas con los asombrosos y eternos planes que el Padre desea realizar a través de nosotras” (Charles Stanley)*
Recuerda...tú existes para su gloria.
Esto significó un giro importante en los deseos de mi corazón porque mis sueños no tenían en cuenta que yo existía para la gloria de Dios.
Deseaba casarme con un hombre que me tratara bien, de preferencia alguien que por lo menos pise la iglesia de vez en cuando, respete mis creencias y sepa esperarme hasta la noche de bodas.
Pero Dios...
A medida que conocía más su Palabra y mi relación con el Señor se hacía más íntima y fuerte, Él empezó a ajustar mis sueños de manera progresiva. Lenta y suavemente fue inclinando mis deseos en una dirección que yo no esperaba. Mi corazón comenzó a anhelar el formar una familia para Su gloria. Esto implicaba casarme con un hombre que estuviera comprometido con el Señor, que lo buscara con sinceridad y quisiera hacer su voluntad por encima de cualquier cosa. Quería tener un matrimonio con un hermano en Cristo, un cristiano genuino. Esa pasó a ser la característica principal de mi hombre ideal y todo lo demás pasó a un segundo plano.
En mi humanidad le decía al Señor: “Me estás haciendo las cosas más difíciles”.
Sin embargo, tener claridad sobre la voluntad de Dios para mi vida en esa área y que mis sueños estuviesen alineados a esa voluntad me proporcionó estabilidad, seguridad, y me dio la determinación para tomar decisiones de cerrar puertas en mi vida y esperar que Dios hiciera lo aparentemente imposible. Sí… porque humanamente parecía que mis posibilidades se reducían. ¿Estaba siendo demasiado exigente? (tal vez te preguntes eso... yo me lo cuestioné varias veces) Creo que no, no estaba siendo exigente, más bien, había decidido ser obediente. Obediente al Señor y fiel al sueño que el Él había depositado en mi corazón. Y quiero ser muy sincera contigo, llegar a este punto me tomó tiempo y erré varias veces en el camino. Mi deseo es que tú no des tantas vueltas en el desierto como yo.
Antes, mi motivación era primero yo y después, yo. Yo quería ser feliz, quería una pareja que pudiera llenar mi tanque emocional, un compañero que satisfaga mis necesidades, todo giraba en torno a mí. Pero a medida que mi mente se renovaba, así también mis deseos se fueron conformando a los de Dios y ahora quería unir mi vida a un hermano con quien correr juntos la carrera que tenemos por delante con nuestros ojos puestos en Jesús el autor y consumador de nuestra fe (Hebreos 12:1-2). Quería unirme a un hombre con quien poder (no de manera perfecta pero intentarlo de corazón) ser un reflejo de la relación de Cristo con su iglesia. Quería un compañero con quien adorar a nuestro primer amor.
Romanos 12:2 dice, “Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto” (TLA).
Esto también se aplica al área sentimental de tu vida. No vivas como vive todo el mundo, no elijas como elije todo el mundo, no esperes lo que espera todo el mundo. Al contrario, cambia tu manera de ser y de pensar. Deja que por medio de una relación íntima con Dios y su palabra, tus pensamientos, tus deseos, tus motivos y métodos sean transformados; entonces, y solo entonces vas a poder saber qué es lo que Dios quiere, vas a poder conocer y gustar su voluntad que es buena, agradable y perfecta.
La palabra “bueno” describe aquello que proviene de Dios a nuestras vidas, es decir, es engendrado y autorizado por Él mediante la fe*.
Dios cambió mis prioridades y las características que yo deseaba en un hombre. Mi deseo de casarme era bueno, era de Dios, pero mi motivación no era la correcta y Él lo sabía. Necesitaba modificar eso. Ahora tenia los sueños de Dios en mí.
No te empeñes en creer lo que es mejor para ti, deja a Dios depurar tus anhelos para que se alineen a sus planes.
Amiga y hermana, el motivo por el cual te comparto cómo Dios cambió los anhelos de mi corazón es animarte a que deposites tus sueños en sus manos y permitas que Él vaya ajustándolos a Su medida. No trates de averiguar lo que Dios está haciendo o cómo lo va a hacer, sus pensamientos son mucho más altos que los nuestros (Isaías 55:8-9); solo sigue caminando confiada con tu mirada puesta en Él. Para que el día de mañana puedas despertar cada día con un sentido de profunda realización y gozo sabiéndote en el centro mismo de su voluntad. ¡No hay cosa más satisfactoria y deliciosa!
Dios te bendiga
*Del libro "Waiting on God" Strength for today and hope for tomorrow, de Charles F. Stanley. (No he encontrado el libro en español, pero lo recomiendo ampliamente para quien maneja el idioma inglés)
* agathós (palabra que se traduce como bueno): - inherentemente (intrínsecamente) bueno; en relación con el creyente, describe aquello en sus vidas que proviene de Dios - es decir, es engendrado y autorizado por Él mediante la fe (bibliaparalela.com - Concordancia Griego de Strong)
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