De mis escasas posibilidades...a las posibilidades en Dios

 

“ … angosto el camino que lleva a la vida…” (Mateo 7:14)
“… a medida que yo caminaba me estabilizó” (Salmo 40:2)
“has trazado un camino ancho para mis pies…”(Salmo 18:36)

    Es en el camino angosto donde el Señor nos estabiliza y ensancha nuestros pasos

Mientras caminamos por fe y en sumisión al Señor, Él va haciendo los ajustes necesarios en nuestras vidas; y cuando decidimos entrar al camino angosto (Mateo 7:14), es decir, el camino de la consagración, Él traza un camino ancho para nuestros pies.

¿Cómo es eso? ¿Angosto pero ancho?

Cuando escoges el camino de la voluntad de Dios (el camino estrecho), se abre delante de ti el universo de los planes y propósitos del Seños para tu vida y te encuentras en zona de seguridad y libertad (el camino ancho para tus pies).

Comencé a entender esto entre mis 36 y 37 años de edad y sentía que no tenía mucho para ofrecerle al Señor, excepto un corazón rendido a Él y ganas de servirle con lo mejor de mí. Frecuentemente me daban vueltas en la cabeza preguntas como: ¿qué puedo hacer con mi vida a estas alturas?, ¿y el tiempo que perdí y ya no puedo recuperar?, ¿hay manera de redimir esto?

A veces tenemos la idea errónea de que al entregarnos completamente a la voluntad de Dios estamos renunciando a las pocas posibilidades que nos quedan de realizarnos en la vida. Esto es una mentira. Tememos tanto la consagración, como si estuviéramos sentenciando nuestro futuro a un encierro dentro de la iglesia y a reducir a casi cero nuestras probabilidades de ser felices; cuando la realidad es justamente lo opuesto. Porque la pregunta correcta que debemos hacernos es:

¿Qué es lo que el Señor puede hacer con mi vida? 

Juan 6:1 al 14 nos cuenta lo que Jesús puede hacer con aquello que colocas en sus manos. ¿Sabías que esta historia se repite en los cuatro Evangelios? Tal vez el Señor quiso dejar cuatro veces registrado este milagro de multiplicación para que recordemos lo que Dios es capaz de hacer con aquello que le confiamos a Él.

Puede hacer milagros. Puede alimentar a mucha gente. Puede hacer mucho más de lo que jamás pudiste pedir o imaginar, por el poder de Dios que obra en ti (Efesios 3:20)
En Dios tu existencia se ensancha, las posibilidades se amplían, tu vida en sus manos se multiplica. Se multiplica en frutos, en bendiciones. Tu vida florece. ¡Te expandes!

Un momento de oración que me marcó en ese tiempo fue a cuando le dije a Dios: “Señor, tengo miedo de soñar, yo soy muy soñadora”. (Tenía temor a ilusionarme. Tenía temor a caer en el error de idealizar un futuro, de fantasear con cosas imposibles y después decepcionarme al no verlas cumplidas, o darme cuenta de que fueron fruto de mi imaginación y no la voluntad del Señor).
Entonces pude percibir (como muy pocas veces lo he hecho), la voz del Señor. No fue algo audible, fue como si algo se sellara en mi mente y en mi corazón. Me dijo: “Sueña en grande, sueña lo imposible, Yo Soy Dios. - «...mucho más abundante de lo que pedimos o entendemos...». No tengas miedo de soñar en grande”

Y quiero hacer énfasis aquí en algo: grandeza para Dios se refiere a cosas excelentes, a lo mejor, a lo perfecto del Señor para ti.

“Todo lo que es bueno y perfecto es un regalo que desciende a nosotras de parte de Dios nuestro Padre…” (Santiago 1:17)

Para ilustrar mejor lo que estoy tratando de comunicar quiero que recordemos juntas la historia de Rut.

¿Te has puesto a pensar en las posibilidades que tenía una moabita de rehacer su vida en Israel?

Eran tan escasas sus probabilidades que su suegra insistió en que ella se quedara en su tierra natal, en Moab, porque allí el camino era ancho y espacioso para Rut, allí ella podría reconstruir su vida fácilmente. Sin embargo, esta mujer decidió el camino angosto, decidió confiar en el Dios de Israel “bajo cuyas alas se refugió” (Rut 2:12); ocupó sus fuerzas físicas, emocionales y mentales en ser una mujer de virtud y servir con amor a Noemí. Y Dios la fue encaminando hacia su destino. Dios se encargó de redimir su historia.

Como la estrofa de una canción que dice:

“Reescribe todo lo que fui
Destino nuevo puso en mí”

Eso fue lo que pasó con Rut y esa puede ser tu historia también.

Te animo a que leas tu Biblia y medites en el carácter de esta mujer que supo poner su confianza en Dios. Observa su manera de conducirse, su servicio fiel, su humildad. Sigue sus pasos. Decide, como ella, ponerte bajo la voluntad de Dios y de esa manera permitir que Él vaya trazando un camino ancho para tus pies.

Imagina a Rut caminando junto a su suegra en dirección a Belén, aparentemente dejando atrás las esperanzas de rehacer su vida, entrando por la puerta estrecha de lo incierto, pero, con Dios de su lado.

Ella no imaginaba que a cada paso que daba, el Señor ensanchaba su destino. A cada paso que daba ella se acercaba más y más a las posibilidades de Dios. A cada paso que daba ella se aproximaba a lo inimaginable... a lo excelente, a lo mejor, a lo perfecto de Dios para su vida...a lo que iba a darle gloria al Señor y tener implicaciones eternas…dos características de los sueños que Dios coloca en nuestro corazón, pero ese es tema para la próxima semana. Hoy quiero dejarte con esta pregunta:

¿Crees que las posibilidades de una vida plena son mayores en tus manos o en las manos de Dios?


Dios te bendiga



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