Deseos de Dios y actitud de confianza
“...Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a él le agrada” (Filipenses 2:12-13)
Cuando fue el tiempo de Dios de conocer a Pablo, mis perspectivas con respecto a lo que esperaba de un hombre y una relación eran muy distintas a las que alguna vez tuve.
El Espíritu Santo había hecho un trabajo en mi interior durante los años que estuve soltera en Cristo, y fue alineando mis deseos, mis gustos, mis preferencias a lo que Él le agradaba y era mejor para mí.
La famosa y tan citada porción de Salmos 37: 4 que dice: “Deléitate en el Señor y él te concederá los deseos de tu corazón”, tiene dos partes. La primera es: deleitarse, poner tu delicia, entregarle a Dios tu amor. La segunda: tus deseos, lo que más deseas, las peticiones de tu corazón.
Deleitarse es recrearse, gustar, saborear.
Leyendo el Salmo 119: 92, 97,103 me encuentro con esto:
“Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido…”
“¡Oh cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación…”
“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca…”
Creo que el salmista realmente se deleitaba en el Señor. Disfrutaba caminar con Dios. Las palabras del Señor eran su delicia, las saboreaba, pensaba en ellas todo el día, les resultaban dulces y placenteras como cuando tú y yo nos comemos nuestro postre preferido.
Deberíamos ambicionar lo mismo, que Dios sea nuestro deleite, nuestro disfrute, nuestra plenitud. En ese lugar está la satisfacción del alma; en ese lugar el Espíritu Santo trabaja en nuestros corazones, nos trasplanta sus deseos y nos capacita para caminar en lo que Él ya ha planificado para cada una de nosotras.
Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotras tiempo atrás (Efesios 2:10)
Antes yo pretendía que el Señor prosperara y bendijera mis planes siendo Él una parte suplementaria de mi vida. Pero Dios no comparte su gloria. Él desea ser el eje central, nuestra razón de vivir, nuestra esperanza cuando abrimos los ojos cada mañana, nuestro recreo y disfrute. Y no porque sea un Dios caprichoso y egoísta, sino todo lo contrario. Él sabe que solo así seremos plenas y que posicionadas en Él es desde donde emana todo lo bueno para nuestras vidas aquí en la tierra y para la eternidad.
Tenía expectativas en cuanto a cómo sería el hombre con quien me casaría, cómo sería mi boda, dónde viviría, cuántos hijos tendría, proyectaba cómo sería mi día a día, etc. Cuando hoy recuerdo mi fértil imaginación y me doy cuenta de que varias de mis expectativas no se dieron como yo pensaba, le doy gracias al Señor. Porque Él hizo todo mucho mejor. Pero muchísimo. Porque como él me entretejió en el vientre de mi mamá, me vio antes de que naciera, cada día de mi vida estaba registrado en su libro y cada momento fue diseñado antes de que un solo día pasara (Salmo 139:13,16)...entonces puedo deducir que Él sabe mejor lo que es perfecto para mí. Y es así para ti también.
Me dio un hombre que tiene exactamente lo que yo necesito para madurar en la fe. Y yo tengo lo que él necesita. Es una complementariedad espiritual que solo pudo haber diseñado Dios. Que nos conoce más que nosotros mismos.
Nosotras nos quedamos en este plano natural. Somos limitadas. Pero los pensamientos y caminos de Dios son mucho más altos (Isaías 55:9). Son elevados y hermosos.
Sé que Pablo es perfecto para mí cuando es un espejo en el cual puedo ver reflejada mis debilidades y Dios le usa como un instrumento de redención. Cuando su paciencia y amor avergüenzan mis arranques de enojo y me lleva a buscar a Jesús quien es el único que puede transformarme. Y Pablo sabe que soy perfecta para él cuando quiere escapar las dificultades o la confrontación ocultando la verdad y el Señor usa mi vida para afirmar su integridad. Sus fortalezas son mis debilidades y viceversa.
Alguien te ama bien cuando es una herramienta de Dios para señalar tus lados obscuros y quedarse a tu lado mientras juntos recurren a Jesús para ser moldeados. Pero no se queda solo en un proceso de santificación, la unidad espiritual hace que todo lo demás se intensifique y sea demasiado precioso. Los momentos de risas, cada comida compartida, los viajes, las tareas del hogar, un café con amigos, los momentos de tristeza, de prueba, etc. Existe una complicidad muy hermosa.
Pienso que a veces las mujeres nos creamos expectativas y nos cerramos en ellas. Muchas veces tenemos la actitud de “no hay hombres que valgan la pena”.
¿Será? ¿Y si estamos tan encerradas en estereotipos y algunos buenos hombres están pasando desapercibidos? Mi hermana, si el Señor no hubiera cambiado mi corazón, probablemente no habría visto y valorado lo que hay en mi esposo. Si yo no me hubiera dado la oportunidad de conocerlo, ¿qué habría pasado?
Esto lo analicé con una amiga que decidió tener una actitud diferente. No consintió ese espíritu crítico y pesimista, sino más bien adoptó una postura de fe con respecto al futuro y una disposición de honra hacia los varones. ¿Por qué no creer que los pensamientos y caminos de Dios son tan altos, que así como se guardó siete mil profetas que no se postraron ante Baal, también tiene un remanente de hombres de valor en este mundo? (1 Reyes 19:18)
Por favor no lo interpretes literalmente. No digo que haya solo siete mil hombres perfectos por allí escondidos en algún lugar del mundo, ni estoy comparando la situación de Elías con la nuestra. Lo que intento decir es que a veces subestimamos al Señor y en lugar de tener una mirada de fe nos quedamos en nuestra desesperanza, vemos todo gris y limitado. Y como mujeres de fe, no debe ser así.
Tanto quise decir en este blog que no sé si me di a entender. Pero lo resumo así:
Disfruta al Señor con todo tu corazón y mientras caminas con Él deposita tus expectativas en sus manos y deja que prepare tu corazón para Sus planes. Ten una actitud de fe ante tu futuro, y cuando te refieras a los hombres intenta tener una postura más positiva, de respeto y honra. Sobre todo, se tú primero esa mujer digna y virtuosa que está enteramente preparada para toda buena obra (2 Timoteo 3:17), descansa en el Señor y …
Pon tu esperanza en Él, cobra ánimo y ármate de valor, ¡pon tu esperanza en el Señor!
(Salmo 27:14 TLA)
Dios te bendiga
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