¡Disfruta el viaje!
“Dios nos hizo para Él, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en Él” (Agustín de Hipona)
Antes de continuar, quisiera cerrar el tema de las relaciones con un breve recuento de lo que creo, son criterios sabios para la elección de un compañero de vida.
Espera por:
Alguien que haya tenido un encuentro real con Jesús y que se vean los frutos de esa experiencia. Recuerda que a quien busca el reino de Dios y su justicia todas demás cosas le serán añadidas Mateo 6:33).
Alguien con quien puedas compartir tiempos de oración genuinos.
Alguien a quien en verdad le importes, que te ame bien, que procure tu bienestar.
Alguien con quien puedas exponer tu relación a la luz, a personas que te aman y aconsejan; y, proceder en el orden de Dios
Sobre todo:
Deja que el Señor moldee tus deseos, te guíe en la decisión, obre su perfecta voluntad en tu vida, y mientras esto ocurre…disfruta el viaje…
¡Sí, DISFRUTA EL VIAJE!
Este es el corazón del mensaje de hoy.
Hace unos días tuve un “encuentro divino”. Una hermana en la fe, compartió de manera muy breve su testimonio. Había estado soltera hasta los treinta y seis años (si mal no recuerdo), estuvo felizmente casada por varios años con un buen hombre con quien planeaban trabajar en el ministerio. Pero él había fallecido en un accidente. Y ahora ella era una joven viuda.
Demás está decir todo lo que se me pasó por la mente en ese momento: “y yo que a veces me enojo por tonterías con Pablo, ¿qué haría si él ya no estuviera?, una espera en Dios por ese varón ¿y después podría pasar algo así?, ¡no considero esa posibilidad!”.
Estoy segura de que ella tampoco contempló algo así. Es algo que nadie espera.
Pero la siguiente declaración de ella interrumpió mis ansiosos pensamientos. Ella dijo:
“Pero yo disfruté y sigo disfrutando cada etapa que el Señor me regala”.
Había sido una mujer muy feliz en su soltería, muy plena en su matrimonio y ahora en su viudez ella se veía en paz, y estaba siendo un instrumento en las manos del Señor para ministrar a nuestras vidas. Ella exhalaba estabilidad y gozo. Y lo que marcaba la diferencia era Cristo; era la presencia del Señor en cada fase de su vida y una conciencia de que las personas, sea el esposo, los hijos, amigos, padres, son un regalo de Dios, no nuestro derecho, o algo que “merecemos”. Todo proviene de Él.
Las circunstancias en la vida de esta preciosa hija de Dios habían cambiado. Pasó por momentos de alegría y por tiempos muy duros. Pero hubo algo que nunca cambió y nunca iba a cambiar: CRISTO.
Cuando estamos solteras vemos el matrimonio como una ceremonia de graduación a la larga y tediosa carrera de los años de soledad, lo vemos como un fin en sí mismo. ¡No es así!
Ni la soltería es tediosa ni el matrimonio el fin. El fin es Cristo.
Lo que nuestro corazón anhela en verdad escuchar es: “Buena sierva y fiel, entra al gozo de tu Señor” y no: “puede besar a la novia”.
¿Estoy siendo “muy espiritual”? No lo creo. Mas bien intento que nos re enfoquemos en lo único permanente, estable, eterno y siempre bueno para nuestras vidas. Nuestro Cristo. El único que le dará significado y propósito a cada etapa que en su soberanía nos permita vivir en esta tierra.
Proverbios 15:15 dice: Todos los días de la afligida son difíciles; Mas la de corazón contento tiene un banquete continuo.
Nuestro corazón estará contento mientras tenga su mirada en Él.
Mi hermana, es mi deseo que aprendamos a vivir con un corazón contento en cada etapa y que nuestras vidas sean como un banquete continuo. Con Cristo eso es posible. Eso me enseñó la hermana que conocí. Y eso quiero dejarte hoy como reflexión a ti
¡Disfruta el viaje, donde sea que te encuentres!
Dios te bendiga
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