Abre tus ojos para que veas
“El rey de Siria estaba en guerra con Israel, y en un consejo que celebró con sus oficiales, dijo en qué lugares planeaba acampar. Entonces Eliseo mandó decir al rey de Israel que procurara no pasar por aquellos lugares, porque los sirios iban hacia allá. De esa manera el rey de Israel envió su ejército al lugar que el profeta le había dicho al prevenirlo, y así se salvó en varias ocasiones.
El rey de Siria estaba muy confuso por ese motivo, así que llamó a sus oficiales y les dijo:
—¡Díganme quién de los nuestros está de parte del rey de Israel!
Uno de ellos contestó:
—Nadie, Majestad. Pero Eliseo, el profeta que está en Israel, le hace saber al rey de Israel todo lo que su majestad dice incluso en la intimidad de su dormitorio.
Entonces el rey de Siria ordenó:
—Averigüen dónde está, para que envíe yo unos hombres a que lo capturen.
Cuando le dijeron que estaba en Dotán, envió un destacamento de caballería, y carros de combate, y mucha infantería, que llegaron de noche a Dotán y rodearon la ciudad. A la mañana siguiente se levantó el criado de Eliseo, y al salir vio aquel ejército que rodeaba la ciudad con caballería y carros de combate; entonces fue a decirle a Eliseo:
—Y ahora, maestro, ¿qué vamos a hacer?
Eliseo le respondió:
—No tengas miedo, porque son más los que están con nosotros que los que están con ellos.
Y oró Eliseo al Señor, diciendo: «Te ruego, Señor, que abras sus ojos, para que vea.» El Señor abrió entonces los ojos del criado, y éste vio que la montaña estaba llena de caballería y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2 Reyes 6:8-17)
«Caballería, carros de combate y mucha infantería»; todo esto había enviado Siria para capturar a un solo hombre, a Eliseo. Intimidante, ¿no?. Una verdadera crisis, una situación sin salida aparente.
Ambos hombres se encontraban bajo las mismas circunstancias, pero el criado estaba atemorizado y Eliseo estaba calmado.
¿Cuál fue el factor determinante para que el profeta se mantuviera seguro ante la amenaza?
Él tenía los ojos abiertos y podía ver la realidad espiritual. Podía ver lo que sucedía “entre bastidores”.
Cuando leía este relato me concentraba en la parte que dice “más son los que están con nosotros que los que están con ellos”. Y cuando estaba en un momento en que me sentía amenazada, rodeada, sin posibilidad de cambio aparente, encerrada, desesperada, desesperanzada, temerosa o presionada, me repetía “más son los que están conmigo”. Y eso estaba bien, pero, así como al criado no le hubiera ayudado mucho quedarse con la información que le dio el profeta, sino que tuvieron que ser abiertos sus ojos para que pueda ver la realidad espiritual, así debe suceder con nosotras también. La clave está en que podamos tener la certeza de que el Señor está haciendo algo que en lo natural no es aparente.
Si estás pasando por una situación difícil y te sientes acorralada por tus circunstancias pídele al Señor que te abra los ojos para que puedas ver, discernir y comprender lo que Él está obrando. ¿Qué está ajustando en tu carácter? ¿Qué fruto está produciendo en tu interior? ¿Qué confianza y dependencia en Él se están generando? ¿Te está revelando su suficiencia? ¿su paternidad? ¿su soberanía? ¿Qué virtudes se están formando en ti? ¿Para qué te está preparando? ¿Para qué estás siendo entrenada?
Que tu oración sea: "Señor, ayúdame a hacer la correcta lectura espiritual de esta situación"
En la atmósfera espiritual algo está sucediendo. En tu ser interior algo se está produciendo. Nada de lo que Dios permite es en vano, todo coopera para tu bien (Romanos 8:28)
Es mi oración que el Señor te abra los ojos hoy, y puedas ver más allá de lo que tus ojos naturales pueden ver, y estés segura como Eliseo de que no hay nadie más poderoso que Aquel que está contigo, y que gloriosos e inagotables son los recursos que tienes a tu favor (Efesios 3:16)
Recuerda que no hay etapas estériles en tu vida.
“...que tus párpados se abran a lo que tienes delante” (Proverbios 4:25)
¡Dios te bendiga!

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