Sobre la edad y otros cuentos...
“Pero yo he confiado en ti, oh Señor. He dicho: “Tú eres mi Dios; en tus manos están mis tiempos” (Salmo 31:14,15)
Recuerdo una ocasión en que me encontraba haciendo compras, estaba en la sección de las frutas y verduras del supermercado. De pronto levanté la vista y veo a una dama que había sido maestra mía en la secundaria. La apreciaba mucho así que me acerqué a ella y saludé. La conversación fue algo así:
- Hola profe, ¿cómo estás? Que gusto verte después de tanto tiempo.
- ¡Hola! Igualmente. ¿Cómo estás? ¿Qué haces? Cuéntame un poco de tu vida.
Allí procedí a hacer un breve resumen de lo que había estudiado, que estaba trabajando en mi profesión, etc. Y por supuesto siguió la pregunta obligada:
- ¿Y no te casaste?
- No, no me he casado.
- ¡Oh! Mira que después de los 35 ya es muy difícil conseguir pareja.
Lo percibí como una advertencia. Ella no se había casado. Supongo que llegó a esa conclusión luego de los años. No sé. Lo que sí sé, es que ese comentario me marcó y me siguió por mucho tiempo como una sombra.
En otra oportunidad, de la boca de un colega de trabajo escuché que la probabilidad de que una mujer se casara era inversamente proporcional a su inteligencia. En otras palabras, a mayor inteligencia, menos posibilidad de casarse, a menor inteligencia, mayor posibilidad de casarse.
Un día mientras servíamos en la iglesia, un hermano me comentaba que para él su vida había comenzado desde el momento que se casó y tuvo hijos, que no se imaginaba siendo soltero, que su vida no tendría sentido. Prácticamente su razón de ser empezó cuando tuvo una familia.
Estos son algunos de esos momentos en que no sabía si reír o llorar. Fueron conversaciones casuales, pero que produjeron algo en mi corazón.
«¡¿Cuántos años me faltan para los 35?! tic toc tic toc tic toc….»😧
«Sé que no soy superdotada, pero trato de cultivar mi inteligencia, entonces, ¿qué hago? ¿Dejo de estudiar, capacitarme y leer para que mis chances de conseguir marido aumenten?»😕
«Estaba segura, que mi razón de existir era Cristo hasta que escuché el punto de vista del hermano y dudé; al fin y al cabo, él también profesaba la misma fe cristiana» 😔
En cada etapa de la vida hay cuestiones, comentarios, sugerencias, opiniones, que vas escuchando con respecto a tu situación particular. Si te toman por sorpresa (como me ocurrió a mí) pueden sembrar dudas en tu corazón.
Para que eso no suceda debes recordar que tú no vives conforme a las experiencias de los demás o las generalidades que puedan darse a tu alrededor. Tú vives conforme a lo que Dios dice de ti en Su Palabra. Son sus promesas las leyes que gobiernan tu destino. Es Su voluntad la que se desarrolla en tu historia. Porque tú eres ciudadana del cielo (Filipenses 3:20) y en esta tierra eres una embajadora de Cristo (2 Corintios 5:20).
En tu embajada estás a salvo, aunque estés en territorio extranjero. Aunque lo que te rodee tenga una proyección negativa acerca de tu situación, eso no es así para ti, porque el que tiene la última palabra sobre tus circunstancias es el Señor. Asirte de su verdad es lo único que podrá anular cada duda que se quiera afincar en tu corazón. Plantarte firme en lo que dice la Biblia marcará toda la diferencia.
Cuando te sorprendan con alguna afirmación negativa acerca de tus circunstancias, retírate (aunque sea dentro de tu mente), recuerda que lo que gobierna tu vida no es la experiencia o la opinión de otra persona, sino lo que Dios tiene escrito para ti.
“Que tu respuesta sea...¡no es asunto mío desenredarme! En la mano de Dios están mis tiempos. ¡Le he presentado mi caso, y Él actuará por mí en este asunto mejor de lo que yo podría hacerlo!” (C. Spurgeon)
El Señor me prometió que lo haría todo hermoso en Su tiempo (Eclesiastés 3:11), que yo me ocupara en crecer en sabiduría e inteligencia espiritual (Colosenses 1:9), y disfrutara del camino porque mi razón de existir era y siempre sería Jesús.
En esas verdades eternas se sostenía mi vida, y no en las estadísticas, mitos culturales, opiniones o experiencias de alguien más.
Y me casé varios años después de los 35, sin dejar de cultivar mi intelecto; y aunque amo muchísimo a mi esposo sigo pensando hasta hoy que lo más precioso que tengo en la vida es Jesús.
“Mata de hambre a la curiosidad ociosa, y dedica tu fuerza a la obediencia...Puedes estar segura de esto: no hay nada en el libro del futuro que deba causar desconfianza...Tus tiempos están en manos de Dios, y esto los asegura” (*)
¡Dios te bendiga!
(*) adaptado de C. Spurgeon, “En Tu Mano Están Mis Tiempos”
http://www.spurgeon.com.mx/sermon2205.html
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