Late fuerte corazón

Estaba leyendo mis anotaciones buscando que el Señor me dirigiera hacia lo que debía compartir esta semana.

Lo que encontré, fue una sorpresa.

Hace algunos años, durante un tiempo de oración, entre otras cosas, le pedía a Dios por un esposo. Le entregaba al Señor no solamente el deseo de tener un compañero sino los motivos que impulsaban ese anhelo. 

Escribí lo siguiente:

«Motivos por los cuales quiero un esposo (un siervo de Cristo): ser su ayuda, su compañera de oración y de ministerio; cuidarlo, alentarlo, escucharlo, estudiar juntos Tu Palabra, sumergirnos en las Escrituras juntos. Que él sea mi compañero de batalla, mi cobertura. Que podamos tener momentos de intimidad juntos con Cristo, a corazón abierto, una sola carne con nuestro Señor en medio nuestro, en oración, en adoración»

Me emocioné al ver esto porque no recordaba haberlo escrito, y no sé por qué razón a lo largo de estos meses no había visto esta anotación. Supongo que alguien necesita leer acerca de esto justo hoy.

Lo que hace un tiempo atrás era un deseo que hacía latir fuerte mi corazón, hoy es una realidad.

Desde luego, Pablo y yo no vivimos en un estado de fervor espiritual constante, hemos tenido conflictos y nuestro matrimonio obviamente dista mucho de la perfección. No tenemos un “ministerio” en lo que se refiere a una actividad específica dentro de la iglesia. Mi esposo es maestro y yo ama de casa. Pero quiero decirte con toda franqueza que vivo tiempos de profunda conexión con mi esposo y ambos con el Señor. Con frecuencia leemos y meditamos la Biblia y oramos juntos; definitivamente él es mi compañero de batalla, muchas veces me levantó y animó a seguir; también Dios me ha dado la gracia de ser una ayuda para él y sentir satisfacción en cuidarlo. 

La razón por la cual te cuento estas cosas no es para que la atención esté sobre mi experiencia, sino para recordarte que cuando tienes un deseo auténtico de agradar y glorificar al Señor con tu vida, cuando tus anhelos son en realidad deseos que Dios depositó en ti, Él lo hace posible.

“...cuando el cristiano recibe misericordias, navega cada vez más cerca de su Dios. Y así sus misericordias se convierten en autopistas que conducen al Trono del mismo Dios” (*)

Te pido que consideres aquello que más deseas, eso que no comentas con nadie por temor a que te juzguen, aquello que produce que tu pulso se acelere con solo pensarlo. Cuando lo tengas en mente hazte las siguientes preguntas:

- ¿Es una necesidad genuina?

- ¿Podré ser mejor en lo que hago si el Señor me otorga mi petición?

- ¿Es porque amo a las personas? (es decir, ¿bendecirá a otras personas?)

- ¿Es porque quiero lo mejor de Dios para mi vida?

- ¿Creo que es la voluntad de Dios para mi vida?

- ¿Podré ser más fructífera, productiva, de más ayuda y más significativa para otras personas por medio de lo que estoy pidiendo al Señor?

Estas son algunas preguntas que puedes hacerte. Las tenía escritas y estoy segura de que las tomé de alguna enseñanza, pero no anoté la fuente. Sólo las adjunté a mi oración y valoré mis motivaciones a través de ellas. 

La intención del escrito de hoy es que evalúes por qué deseas lo que deseas, y recordarte estas palabras de bendición del Salmo 20 (v.1-4 NBLA)


“Que el Señor te responda en el día de la angustia;

Que el nombre del Dios de Jacob te ponga en alto.

Que desde el santuario te envíe ayuda

Y desde Sión te sostenga.

Que se acuerde de todas tus ofrendas.

Y halle aceptable tu holocausto.


Que te conceda el deseo de tu corazón,

Y cumpla todos tus anhelos”




¡Dios te bendiga!


(*) "Luz de Gozo en el corazón". Sermón de Charles Spurgeon.

Luz de gozo en el corazón








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