Autosabotaje. ¡Nunca más!
"Al oír las palabras de esta maldición...se bendiga en su corazón " (Deuteronomio 29:19)
Esta frase saltó a mi vista mientras leía Deuteronomio 28 y 29. En esta porción de la Palabra se mencionan las bendiciones como resultado de la obediencia a Dios y las maldiciones como resultado de la desobediencia. El versículo que llamó mi atención (Deuteronomio 29:19) se refiere a la persona que se engaña a sí misma, que oye las advertencias del Señor, pero las minimiza hablándose bendición. Piensa: "eso no me va a pasar a mí ". Con obstinación persiste en hacer lo que se le da la gana a pesar de la amonestación de Dios sobre las consecuencias que acarrea la desobediencia.
Cuando estamos en Cristo con un corazón sincero, buscando madurar y deseando hacer su voluntad, no nos identificamos mucho con este versículo porque ya no vivimos para hacer lo que se nos plazca (29:19 NTV). Algunas hemos experimentado los caminos de la desobediencia lo suficiente para conocer su amargo sabor, y no nos imaginamos el volver a caer en ello.
Entonces cuando leí: "...al oír las palabras de esta maldición...se bendiga en su corazón" y empecé a meditar en esto que despertó mi curiosidad, me decía: "qué bueno que ya no soy así" "qué bueno que ya no me engaño" "qué bueno que ahora tengo temor de Dios y busco el camino de la obediencia"
Pero el Espíritu Santo puso esta pregunta en mi mente: ¿Y si estás haciendo lo contrario, y es otra manera de engañarte a ti misma? Es decir: Oyendo palabras de bendición...te maldices en tu corazón.
Recibes una bendición, pero permites que la incredulidad la transforme en una maldición. Llega una palabra de bendición, pero el filtro de la duda, el desánimo o las circunstancias que te rodean, alteran la verdad.
Alguien te "bien-dice", pero en tu corazón lo "mal-dices". Deshaces la bendición.
Recibes palabras de bien, pero en tu interior mutan a palabras de mal.
"Sé muy bien lo que tengo planeado para ti, dice el Señor, son planes para tu bienestar, no para tu mal. Son planes para darte un futuro y una esperanza" (Jeremías 29:11)
- No parece que sea así para mí. No parece que Dios tenga planes de bienestar para mí. No veo un futuro y ninguna esperanza.
"Cuando pases por aguas profundas, yo estaré contigo. Cuando pases por ríos de dificultad, no te ahogarás. Cuando pases por el fuego de la opresión, no te quemarás; las llamas no te consumirán"
(Isaías 43:2 NTV)
- Siento que me ahogo, ya no aguanto más. No puedo soportar un día más.
"...el Señor tu Dios va contigo; nunca te dejará ni te desamparará" (Deuteronomio 31:6); "...siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10); "...debajo de sus alas estarás segura..." (Salmo 94:4)
Pero el Espíritu Santo puso esta pregunta en mi mente: ¿Y si estás haciendo lo contrario, y es otra manera de engañarte a ti misma? Es decir: Oyendo palabras de bendición...te maldices en tu corazón.
Recibes una bendición, pero permites que la incredulidad la transforme en una maldición. Llega una palabra de bendición, pero el filtro de la duda, el desánimo o las circunstancias que te rodean, alteran la verdad.
Alguien te "bien-dice", pero en tu corazón lo "mal-dices". Deshaces la bendición.
Recibes palabras de bien, pero en tu interior mutan a palabras de mal.
"Sé muy bien lo que tengo planeado para ti, dice el Señor, son planes para tu bienestar, no para tu mal. Son planes para darte un futuro y una esperanza" (Jeremías 29:11)
- No parece que sea así para mí. No parece que Dios tenga planes de bienestar para mí. No veo un futuro y ninguna esperanza.
"Cuando pases por aguas profundas, yo estaré contigo. Cuando pases por ríos de dificultad, no te ahogarás. Cuando pases por el fuego de la opresión, no te quemarás; las llamas no te consumirán"
(Isaías 43:2 NTV)
- Siento que me ahogo, ya no aguanto más. No puedo soportar un día más.
"...el Señor tu Dios va contigo; nunca te dejará ni te desamparará" (Deuteronomio 31:6); "...siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10); "...debajo de sus alas estarás segura..." (Salmo 94:4)
- Todo muy lindo, pero yo estoy sola, tengo una sensación de orfandad horrible. Me siento desprotegida.
"Pues estoy a punto de hacer algo nuevo. ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves? Haré un camino a través del desierto; crearé ríos en la tierra árida y baldía" (Isaías 43:19); "...He aquí yo hago nuevas todas las cosas..." (Apocalipsis 21:5); "...nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana..." (Lamentaciones 3:22-23).
"Pues estoy a punto de hacer algo nuevo. ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves? Haré un camino a través del desierto; crearé ríos en la tierra árida y baldía" (Isaías 43:19); "...He aquí yo hago nuevas todas las cosas..." (Apocalipsis 21:5); "...nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana..." (Lamentaciones 3:22-23).
- Nada que ver conmigo. Para mí todo es igual. Siempre me pasa lo mismo. Otra vez lo mismo.
Dicen que la Biblia no está solamente para ser leída, sino que ella también te lee a ti. ¡Qué gran verdad!
Dicen que la Biblia no está solamente para ser leída, sino que ella también te lee a ti. ¡Qué gran verdad!
Así me sentí cuando pensaba en todo lo que te acabo de compartir.
Por cierto. ¿Te ha pasado lo mismo? ¿Has escuchado una bendición hacia tu vida o tal vez la leíste, pero la mal-dices en tu corazón? Te repites "eso no me va a pasar a mí".
Por cierto. ¿Te ha pasado lo mismo? ¿Has escuchado una bendición hacia tu vida o tal vez la leíste, pero la mal-dices en tu corazón? Te repites "eso no me va a pasar a mí".
¿Es tu diálogo interno dañino? ¿te engañas a ti misma?
Confieso que me pasa con bastante frecuencia. Especialmente en las temporadas de prueba o crisis.
Mis hermanas, esto nos roba muchísimo de la vida abundante en Cristo que está a nuestra disposición.
Pienso que el enemigo se da un festín cuando nos ve haciendo eso. Quizás él mismo nos dé un empujoncito de vez en cuando para que caigamos en ese mal hábito. Aunque probablemente alguna de nosotras no necesitamos de su ayuda, estamos lo suficientemente mal programadas.
Mis hermanas, esto nos roba muchísimo de la vida abundante en Cristo que está a nuestra disposición.
Pienso que el enemigo se da un festín cuando nos ve haciendo eso. Quizás él mismo nos dé un empujoncito de vez en cuando para que caigamos en ese mal hábito. Aunque probablemente alguna de nosotras no necesitamos de su ayuda, estamos lo suficientemente mal programadas.
Si no te sientes identificada con esto, dale gloria a Dios.
Si eres del grupo que sí lucha con este tema, hay tres cosas que deberíamos practicar de manera intencional:
- Ejercitar el hábito de ser agradecidas con Dios en todo tiempo.
- Recordar que no porque sintamos algo significa que sea verdad. La verdad es la Palabra, no lo que dictan las emociones. CREERLE A DIOS MÁS QUE A NUESTROS SENTIMIENTOS.
- Rehusarnos a pensar o hablar palabras de condenación. No estamos bajo condena sino bajo la bendición de Dios. La libertad gloriosa de las hijas de Dios (Romanos 8:21)
No declares sobre tu vida lo contrario a lo que Dios declara.
¿Deseas vida y muchos días para ver el bien? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño (Salmos 34:12-13). Esto incluye el engaño a nosotras mismas.
¡Ninguna condenación hay para las que estamos en Cristo Jesús! (Romanos 8:1)
Jamás olvidemos eso
Dios te bendiga
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