Una mente selectiva
“Acuérdate que fuiste esclavo en la tierra de Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido…” (Deuteronomio 5:15)
El Señor le recordaba esto constantemente a su pueblo (Éxodo 20:2. Levítico 26:13, Deuteronomio 6:12; 16:12; 15:15; 24:18,22). Cuando algo se repite en la Palabra pienso que hay que preguntarse por qué.
Dios quería que su pueblo tuviera presente que Egipto había sido el lugar de su esclavitud y Él había tenido que intervenir para rescatarlos de allí. Él siempre habla con la verdad y desea el bien de sus hijos. ¿Por qué la necesidad de hacer memoria de la realidad del pasado frecuentemente?
Porque el pueblo a menudo se acordaba de los placeres de Egipto (Éxodo 16:3, Números 11:4,5) sin tener en cuenta los sufrimientos que allí habían vivido y que los habían llevado a clamar por la ayuda de Dios (Éxodo 2:23, 3:7).
Es una opinión personal, pero creo que esos placeres que ellos añoraban ni siquiera los habían podido disfrutar en su condición de esclavos. Pienso que en gran medida se estaban engañando a sí mismos.
¿A qué quiero llegar con esto?
El enemigo de nuestras almas nunca habla la verdad, en el mejor de los casos habla media verdades, que son lo mismo que una mentira. Él promueve que tengamos “memoria selectiva” y trae a nuestra mente solo una parte, lo que a él le conviene.
¿Has recordado tu pasado en el mundo con cierta nostalgia?
Cuando piensas en un dolor que te causaron ¿solo recuerdas la ofensa y no puedes ver nada bueno en ello o en esa persona? ¿acaso no todo coopera para nuestro bien (Romanos 8:28)?
¿Ves tus circunstancias actuales con una lente negativa y la comparas con el tiempo pasado “que siempre fue mejor”?
Si hemos de recordar algo debemos tener cuidado de hacerlo a la luz de la verdad. El enemigo quiere que rememoremos lo placentero de algo malo, y lo difícil de algo bueno.
El pueblo estaba siendo sustentado con maná, en otras palabras, Dios mismo les estaba dando de comer en la boca, los acompañaba de cerca protegiéndolos de los peligros del desierto, los calentaba e iluminaba en las noches obscuras y los guardaba del calor del sol durante el día, su presencia iba con ellos de manera constante supliendo cada necesidad mientras los conducía a su tierra prometida; sin embargo, bastaba un tiempo de sed, un momento de dificultad, una temporada de prueba, y la “memoria selectiva” se ponía en acción recordando las “bondades” de Egipto y las “desgracias” del desierto
Cuando pienses en algo, sé sabia. No te dejes engañar. El enemigo es hábil para manipular y traer a tu mente una porción difícil de una vasta realidad en la cual Dios nunca ha dejado de protegerte, proveerte, amarte, guiarte. Por eso, sí debemos tener una “mente selectiva”, PERO, QUE SELECCIONE “...todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable...cosas excelentes y dignas de alabanza” (Filipenses 4:8)
El Señor nunca ha dejado de conducirte hacia tu tierra prometida
Acuérdate de eso siempre
¡Dios te bendiga!
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