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Mostrando las entradas de julio, 2023

Una sola cosa que vale la pena

Hace unos días escuchaba el evangelio de Lucas capítulo 10. En los versículos 38 al 42 se relata la visita de Jesús a la casa de Marta y María.  ¿Lo recuerdan? Marta estaba muy afanada haciendo los quehaceres mientras María escuchaba las enseñanzas del Señor. Tantas veces había leído esta porción, pero esta vez la última parte de la versión NTV llamó mucho mi atención: " Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto, y nadie se la quitará" Piensa por un momento conmigo. Cuando Jesús usa las palabras "todo", "siempre", "nadie", "nunca", "solamente"; Él quiere decir exactamente eso. Nosotras podemos decir "siempre me pasa lo mismo", cuando en realidad no es  así. Puede tratarse de algo que nos ocurre frecuentemente,  pero no "siempre".  Solemos usar esos términos absolutos sin pensar mucho en lo que estamos declarando, y por lo mismo, su verdadero significado se pierde un...

No te desenchufes

"Elías, en cambio, subió a la cumbre del monte Carmelo, se inclinó hasta el suelo y oró con la cara entre las rodillas. Luego le dijo a su sirviente: —Ve y mira hacia el mar. Su sirviente fue a mirar, y regresó donde estaba Elías y le dijo: —No vi nada. Siete veces le dijo Elías que fuera a ver. Finalmente, la séptima vez, su sirviente le dijo: —Vi una pequeña nube, como del tamaño de la mano de un hombre, que sale del mar. Entonces Elías le gritó: —Corre y dile a Acab: “Sube a tu carro y regresa a tu casa. ¡Si no te apuras, la lluvia te detendrá!”. Poco después el cielo se oscureció de nubes. Se levantó un fuerte viento que desató un gran aguacero..." 1 Reyes 18:42‭-‬45  Esta historia es un gran ejemplo de "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1) ¿Te has dado cuenta de que "lo que se esperaba", es decir, la lluvia que Elias esperaba y tenía certeza de que vendría,  fue acompañada de siete días de ferviente oración?...

¿Acaso no eres tú hija de Dios?

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“...¿Acaso no eres tú rey de Israel?” (1 Reyes 21:7) Cuidado con preguntas como estas que apelan a nuestro orgullo. Especialmente en esos momentos cuando las cosas no salen como queremos, o cuando consideramos que la gente no nos trata como merecemos. “Entonces Acab regresó a su casa enojado y de mal humor por la respuesta de Nabot, y se acostó de cara a la pared y no quiso comer. -¿Qué te pasa? - le preguntó su esposa Jezabel-.¿Por qué estás tan disgustado que no quieres comer nada? - Le pedí a Nabot que me vendiera su viñedo, incluso le ofrecí canjeárselo por otro mejor, ¡pero no quiso! - le contestó Acab. -¿Acaso no eres tú rey de Israel? - preguntó Jezabel…” (1 Reyes 21:4-7) La frustración del rey Acab, al no poder comprar la viña de Nabot, fue grande. No tenía contemplada una respuesta negativa. Se deprimió. Estaba enojado y hasta perdió el apetito. Mucha atención cuando se filtran sentimientos de fracaso a nuestra vida. ¡Estemos alerta! Muy probablemente escuchemos algo...

Situaciones que intimidan

  ¿Alguna vez te sentiste intimidada por alguna situación? Por ejemplo: cuando tienes que enfrentar un grupo de personas que sabes estuvieron hablando de ti a tus espaldas, o que te avergonzaron en el pasado, un jefe que está molesto, un mal entendido con tu líder o pastor, otra boda a la cual asistir sin pareja, otro gran reencuentro familiar donde sabes que se viene el interrogatorio: “¿y no estás saliendo con alguien? ¿no hay nadie que te guste? etc”. O situaciones más graves como una enfermedad, o el día previo a la cita con un médico cuyo diagnóstico temes. Situaciones tan diversas y con diferentes grados de intensidad, pero que producen lo mismo: el temor a enfrentarlas.  Quisiéramos evitarlas, pero como esa no es una opción, solemos responder de dos maneras: 1.- las afrontamos con un escudo de orgullo. Buscamos entre nuestros recursos (intelectuales, físicos, influencias, u otros) material para insuflar nuestro ego lo suficiente de tal manera a no sentirnos superadas p...