¿Acaso no eres tú hija de Dios?

“...¿Acaso no eres tú rey de Israel?” (1 Reyes 21:7)

Cuidado con preguntas como estas que apelan a nuestro orgullo. Especialmente en esos momentos cuando las cosas no salen como queremos, o cuando consideramos que la gente no nos trata como merecemos.

“Entonces Acab regresó a su casa enojado y de mal humor por la respuesta de Nabot, y se acostó de cara a la pared y no quiso comer.

-¿Qué te pasa? - le preguntó su esposa Jezabel-.¿Por qué estás tan disgustado que no quieres comer nada?

- Le pedí a Nabot que me vendiera su viñedo, incluso le ofrecí canjeárselo por otro mejor, ¡pero no quiso! - le contestó Acab.

-¿Acaso no eres tú rey de Israel? - preguntó Jezabel…” (1 Reyes 21:4-7)

La frustración del rey Acab, al no poder comprar la viña de Nabot, fue grande. No tenía contemplada una respuesta negativa. Se deprimió. Estaba enojado y hasta perdió el apetito.

Mucha atención cuando se filtran sentimientos de fracaso a nuestra vida. ¡Estemos alerta!

Muy probablemente escuchemos algo que rápidamente nos susurra:

«¿Acaso no eres tú hija de Dios?, ¿Por qué no te salen las cosas como quieres?, ¿Dónde está el favor de Dios sobre tu vida?”

Detente, examina tus pensamientos y redirecciona tu enfoque

Esas preguntas no podrían venir del Espíritu Santo porque alimentan tu ego, ya sea exaltándolo o victimizándolo.

El Señor siempre te dirá algo así:

- Confía que verás mi bondad mientras estés aquí en la tierra de los vivientes. Espérame con paciencia. Sé valiente y esforzada; sí, espera al Señor con paciencia (Salmo 27:13-14)

- Deléitate en mí y yo te concederé los deseos de tu corazón. Entrégame todo lo que haces y confía en mí, yo te ayudaré. Haré resplandecer tu inocencia como el amanecer y la justicia de tu causa brillará como el sol del mediodía. Quédate quieta en mi presencia y espera con paciencia a que yo actúe. No te inquietes por la gente mala que prospera, ni te preocupes por sus perversas maquinaciones (Salmo 37:4-7)

-Con paciencia espera que te ayude, yo me fijo en ti y escucho tu clamor. Te saco del foso de desesperación, del lodo y del fango. Pongo tus pies sobre suelo firme y a medida que tu caminas yo soy quien te estabilizo (Salmo 40:1-2)

-Que todo tu ser espere en silencio delante de mí, porque yo soy tu esperanza. Solo yo soy tu roca y tu salvación, tu fortaleza donde no serás sacudida. Tu victoria y tu honor provienen solamente de mí; soy tu refugio, una roca donde ningún enemigo puede alcanzarte (Salmos 62:5-7)

-No digas: «Me voy a vengar de este mal»; espera a que yo me ocupe del asunto (Proverbios 20:22)

-Recuerda:...vale más la paciencia que el orgullo (Eclesiastés 7:8)

- Las que confían en mí encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán (Isaías 40:31)

-Desde el principio del mundo, ningún oído ha escuchado, ni ojo a visto a un Dios como yo, quien actúa a favor de las que esperan en mí (Isaías 64:4)

- Yo soy tu herencia, por lo tanto, ¡espera en mí! Soy bueno con quienes dependen de mí, con quienes me buscan. Por eso es bueno esperar en silencio la salvación que proviene de mí (Lamentaciones 3:24-26)

-Describe el fin, y este se cumplirá. Aunque parezca que se demora en llegar, espera con paciencia, porque sin lugar a dudas sucederá. No se tardará. ¡Mira a los orgullosos! Confían en sí mismos y sus vidas están torcidas. Pero tú que eres justa vivirás por tu fidelidad a mí (Habacuc 2:3-4)

-Recibiste esa esperanza cuando fuiste salva. Si ya tienes algo no necesitas esperarlo; pero si deseas algo que todavía no tienes, debes esperarlo con paciencia y confianza (Romanos 8:24-25)

-Así que no te canses de hacer el bien. A su debido tiempo, cosecharás numerosas bendiciones si no te das por vencida (Gálatas 6:9)

-Mantente firme sin titubear en la esperanza que afirmas, porque puedes confiar en que yo cumpliré mi promesa (Hebreos 10:23)

-No deseches la firme confianza que tienes en mí. ¡Ten presente la gran recompensa que te traerá! Perseverar con paciencia es lo que necesitas ahora para seguir haciendo mi voluntad. Entonces recibirás todo lo que he prometido (Hebreos 10:35-36)

¿Te diste cuenta cuántas veces se repiten las palabras espera, confía, paciencia y esperanza?

¿Es este un llamado a la pasividad? De ninguna manera. La espera en Dios no tiene nada de pasiva. Requiere sabiduría, valentía, fortaleza, perseverancia y dominio propio. Requiere seguir siendo fieles al Señor y a lo que ha puesto en nuestras manos, un día a la vez.

“Si eres hija de Dios”… (Mateo 4)

¿Te suena conocida esta frase?

La respuesta es: Sí, soy hija de Dios y por eso le adoro con mi vida, le sirvo únicamente a Él y abrazo la espera de Su voluntad para mí.


¡Dios te bendiga!









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