El temor a la decepción

Algo con lo cual luchaba internamente durante mis años de soltería era el miedo de querer, soñar o desear algo que no estuviera en los planes del Señor para mí. 

Temía ilusionarme con algo que no estuviera dentro de Su voluntad específica para mi vida y luego sufrir la decepción.

En ese entonces, mi temor era "desear un esposo que nunca llegara".

Hoy es: "desear un hijo que puede no llegar"

Las posibilidades humanamente hablando eran reducidas, en ese entonces y hoy también. 

Quizás tus miedos sean otros. Cada una batalla en frentes distintos. Lo interesante es que el mismo conflicto se presenta, sin importar la etapa de la vida en que nos encontremos. El dilema se repite.

Ese tipo de temor hace que nos acerquemos al Señor en oración de manera entrecortada, sintiéndonos inseguras. No nos permite orar de corazón. 

Sin embargo, Él nos garantiza que podemos acercarnos con toda confianza al trono de Su gracia (Hebreos 4:16) y nos afirma que Sus planes (para cada una de nosotras) son para nuestro bienestar y no para nuestro mal, para darnos un futuro lleno de esperanza (Jeremías 29:11)

El propósito de esta brevísima reflexión de hoy es dejarte con esta pregunta:

¿Acaso tu Jesús, tu Cristo, podría decepcionarte alguna vez?

Cuando te sobrevenga ese tipo de temor como el que te mencioné, por favor recuerda la cruz y hazte la misma pregunta las veces que sea necesario...


¿Acaso mi Jesús podría decepcionarme alguna vez?


Dios te bendiga





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